Los microbios presentes en estos hongos actúan en simbiosis para mantener un cultivo estable, parecidos a masas gelatinosas compactas de color blanquecino, amarillento y translúcidos de diversas formas y tamaños. La fermentación de los tibicos se puede llevar a cabo en diferentes líquidos azucarados, alimentándose del azúcar para producir etanol, ácido láctico y dióxido de carbono, lo que permite que el agua esté carbonatada.
Muchas personas que tienen una dieta vegetariana o no quieran tomar leche, encuentran en el agua de los tibicos probióticos, que al embotellarse el resultado es una deliciosa bebida refrescante apta para niños y adultos.
Propiedades
- Reparación de tejidos causados por traumatismos e infecciones continuas.
- Alivio de colitis.
- Protección de la flora intestinal.
- Artritis.
- Infecciones urinarias.
- Cura y prevención de cáncer.
- Longevidad.
- Baja de peso.
- Cansancio extremo.
- Estrés.
- Entre otros.
Precauciones
En personas que sufren diabetes el consumo debe ser moderado ya que el agua de los hongos tienen azúcares y esto podría aumentar los niveles de glucosa en la sangre. Por eso se recomienda aplicar poca cantidad de panela o fruta al cultivo y extraer el agua cada 48 horas.
Debido a la producción de ácido láctico que generan los tibicos, las personas con gastritis aguda también deben moderar su consumo.
Preparación
Se colocan en un recipiente de vidrio, con agua pura o hervida y un trozo de panela. Se tapan con un trapo asegurado con un caucho o liga de modo que puedan respirar y se dejan a temperatura ambiente entre 24 y 48 horas. Cumplido el tiempo se extrae el agua en colador plástico y se toma el líquido. Los hongos colados se lavan y se llevan a un recipiente limpio; los que quedan adheridos al vidrio son los recién nacidos y hay que tener mucho cuidado al eliminarlos, ya que pueden tapar las cañerías. Los tibicos no se comen; es el agua la que tiene propiedades curativas. En ningún momento se debe utilizar instrumentos metálicos.